El teatro de los sueños mecánicos: La historia del creador de autómatas.
Una visita al taller de Pablo Lavezzari, creador de piezas hechas con ingenio y objetos de toda clase y que oscilan entre lo onírico y lo lúdico.
Como bien sabían los griegos, el arte empieza cuando se actúa en contra de la naturaleza: a las dificultades que nos impone el mundo natural, el hombre las somete con su ingenio y las vence por medio del arte.
¿Qué es una pieza de Pablo Lavezzari? ¿Por qué la fascinación que emerge al observar estos artefactos que conjugan arte, mecánica, artesanía, ingenio y un toque de magia? ¿Cómo clasificar esto? “Un autómata maker es un artista cinético que construye piezas conceptuales, que cuentan una historia, lúdicas o profundas pero siempre con una historia por detrás. La mecánica es fundamental, porque no se utiliza ningún tipo de tecnología contemporánea sino poleas y mecanismos de todo tipo”, explica.
El origen de los autómatas se remonta a los griegos, pero es con Leonardo Da Vinci con quién adquieren fama. En los siglos 18 y 19 generan una verdadera pasión, con autómatas como los de Pierre Jaquet-Droz, Mallardet, Von Knauss, Robert Houdin.
Mientras trabajaba en televisión, Pablo se especializó en poleas, grúas, movimientos de cámara que requerían habilidades especiales, precisión e ingenio. La robótica apareció como un modo de solucionar problemas concretos de realización. Pero al mismo tiempo, siempre interesado por el arte, la curiosidad lo llevó a empezar de a poco a conjugar la mecánica y el arte en pequeños artificios o piezas que construía con rezagos de materiales. Había encontrado la manera misteriosa y casi mágica de fusionar arte y mecánica.
Un teatro escénico concentrado en unos pocos centímetros cuadrados capaces de operar maravilla en el espectador, que no está exento del objeto, sino que debe activarlo, participar con la pieza de la escenificación, ya que sólo se mueve por medios mecánicos activados por el propio espectador.
Es difícil comprender el proceso creativo en algo tan complejo como estas obras. Pablo explica que todas las piezas se conciben desde cero, como una escultura, y a medida que va construyendo la escena, van surgiendo ideas que los mismos objetos que va juntando le permiten desarrollar.
“En el arte uno nunca sabe cómo empieza. Uno está bombardeado por tantas cosas, imágenes, películas, música, todas cosas que te llenan de emociones y que después uno quiere plasmar en algo”, dice Lavezzari.
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Extractos y fotos de la nota “El teatro de los sueños mecánicos: La historia del creador de autómatas” por Javier Ferreyra en La Voz del Interior